GOD SAVE MCQUEEN

El 11 de Febrero, será un día recordado en los capítulos de la moda internacional. La mediatización de los acontecimientos ya no sucede como en la vieja escuela, donde esperábamos el diario de la mañana siguiente para enterarnos de la actualidad. Hoy en día millones de internautas, bloggers, prensa especializada y fieles lectores nos enteramos de lo que sucede casi en segundos. La ola viral arrasó por todo Internet y no puedo dejar de sorprenderme al analizar que la muerte de Alexander McQueen ha dejado en todos un muy mal sabor de boca.

Me enteré vía WWD, y a los pocos minutos, millones de comentarios y retweets inundaron la pantalla de mi ordenador, y es cuando comprendo que esto no es un simple rumor, uno de los exponentes más importantes del diseño inglés ha muerto, al parecer se ha suicidado; horas después el sitio oficial es bloqueado por un mensaje luctuoso confirmando la noticia.

Lee Alexander McQueen y su último legado en vida, Plato’s Atlantis, una experiencia con todas sus letras y sin duda, una vuelta de tuerca a los moldes y convencionalismos que estábamos acostumbrados al presenciar las nuevas colecciones. McQueen, quien hacía de cada pasarela un espacio lúdico y de performance fue un visionario, siempre fiel a su estilo pese a ser catalogado como enfant terrible e incomprendido.

Porque con Lee no hablamos de espectáculo y escándalo por el simple hecho de hacerlo, no es el Dior de Galliano, por más detractores que se haya ganado al paso del tiempo tachándolo de crear ropa fetichista, gore e incluso misoginia. Era oscuro, sí, pero creador de una feminidad singular que se puso en manifiesto hasta su última colección.

Proveniente de todo menos de la alta sociedad, hijo de un taxista del East End londinense, Lee aprendió el oficio del corte en casa del sastre del príncipe de Gales Anderson & Sheppard en Savile Row, donde se dice que dentro de los forros escribía obscenidades, nada confirmado, pero nada dudoso.

Se matriculó en la prestigiosa Central Saint Martins, motivado por Bobby Hilson, después de haber hecho carrera en Romeo Gigli, los afamados figurinistas teatrales Angels & Bermans y Koji Tatsuno. Con el savoir faire a sus espaldas, maestría en corte, inspiraciones e imaginarios, en 1992 presentó para su graduación la colección Jack the Ripper Stalking his Victims, comprada en su totalidad por Isabella Blow, su mentora, amiga y quien lo convirtió en uno de sus protegidos.

A partir de entonces fue catapultado a la escena del teatro de la moda, impaciente e inquieto, “Hay muchas cosas que quiero lograr todavía, no hay lugar para complacencias en mi cabeza”, -solía decir y describir su trabajo como “eléctrico, ecléctico al borde de lo criminal”. McQueen diseñaba para una mujer fuerte e independiente, que ama y vive sin miedo de igual manera.

Los pantalones bumster prenda icónica dentro del universo McQueen en 1995, la colección “Highland Rape” de 1996 provocación pura y dura. La influencia de los cortes angulares y agresivos provienen de referentes y admiración al trabajo de gente como Adrian de la MGM, Thierry Mugler y Christian Dior.

Proclamado en 1996 diseñador británico del año, y sustituyendo a John Galliano al frente de Givenchy, comienza la época más triste para Lee, a pesar de tener el mando creativo de una de las casas de alta costura más importantes y con un legado como el de Hubert.

LVMH solo tenía ojos para Dior, la joya de la corona, y a pesar del movimiento estratégico para catapultar a Galliano, reconfigurar Louis Vuitton con Marc Jacobs y la expansión de las firmas individuales de ámbos diseñadores, el brazo financiero del holding de lujo francés, nunca contempló dentro de sus prioridades, la posible expansión de la firma de Alexander en solitario.

Un McQueen cansado, nervioso, exhausto e infeliz al gestionar una docena de colecciones al año durante su época en Givenchy, decidió vender el control mayoritario de las acciones de su firma a la competencia. Fue así como Gucci Group en el 2001, en plena guerra de holdings, dio a Alexander McQueen la victoria para convertirse en una marca global, con universo femenino, masculino, accesorios y fragancias.

En conversaciones con el Vogue Británico, Lee Alexander McQueen declaraba, “Mis colecciones siempre han sido autobiográficas, con muchos referentes y conexiones con mi propia sexualidad y configuradas en resonancia con la persona que soy- una forma de exorcizar mis propios fantasmas-. Tienen que ver con mi infancia y la manera que pienso sobre la vida y cómo la he ido entendiendo”.

Haciendo una síntesis de su trabajo, nunca debemos olvidar a la persona detrás del personaje. Quizá no descubriremos jamás qué pasaba por su cabeza los últimos momentos de vida y por qué decidió sin más, dejar caer el telón. Un diseñador que fue inspiración para miles de nuevos talentos, referente para toda una generación de hombres y mujeres que habitaban ese mundo posible en el que McQueen era el director y amo absoluto. Será una incógnita eterna.

Según fuentes oficiales, la firma sigue, y yo sinceramente no se qué esperar. Después de la presentación en Nueva York para Otoño Invierno 2010, los directivos han solicitado el regreso de todas y cada una de las piezas. ¿Una colección póstuma?, o entre el cielo y el infierno como muchos de los espectáculos de moda que Alexander hizo posibles.

Un visionario, un diseñador contemporáneo a su aquí y ahora, un creador que estrujó los muros del imperio de lo efímero.

God save McQueen… hoy, mañana y siempre.

T: Fernando Aguileta de la Garza

PUEDES LEER EL ARTICULO EN LA PÁGINAS 38-39 EN WWW.ROCKETMAGAZINE.NET

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Journalist Editor in Chief and Founder of Rocket Magazine Barcelona Menswear Fashion since 2008

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