EL «BANCO» DE HONG KONG

Cuando pensamos en Hong Kong nos vienen a la cabeza imágenes de calles abarrotadas y pequeños templos camuflados por imponentes torres de acero y cristal. Si fuésemos economistas posiblemente pensaríamos que dentro de esos edificios se encuentran las redacciones y oficinas de la mayor parte de rotativos, empresas y bancos del globo. En uno de ellos, alzándose 180 metros sobre la céntrica Statue Sq., se encuentra la sede de la Hong Kong and Shanghai Banking Corporation.

El proyecto, diseñado por el arquitecto británico Norman Foster entre 1979 y 1985, refleja la naturaleza de la banca en Hong Kong y cómo debe ser expresado en una construcción. El HSBC fue todo un reto para Foster, al cual se le pidió construir más de un millón de metros cuadrados en el menor tiempo posible. Por esa razón, y por si los intereses británicos se veían amenazados después de la devolución de la colonia a China y se tuviera que desmantelar el edificio, se optó por un mayor grado de prefabricación, incluso en los acabados.

Consistente en cuatro soportes de acero prefabricados y recubiertos finalmente con aluminio, el edificio se forma gracias a la yuxtaposición de tres capas de diferente altura (de 28, 41 y 35 plantas respectivamente).

Cada capa está constituida por grupos de plantas suspendidas por un sistema de tirantes anclados a los pilares principales; cada grupo está separado por un espacio a doble altura donde se ubican la recepción, las zonas sociales y las terrazas.

Todos los servicios están concentrados en los costados dentro de los núcleos de los soportes, lo que permite (gracias también a la falta de pilares) una gran flexibilidad interior y capacidad para reconfigurarse fácilmente.

Al contrario de la mayoría de edificios, el HSBC no depende de los ascensores como principal medio para el tránsito vertical, sino que éstos sólo paran en ciertos pisos y se accede a los demás mediante escaleras mecánicas. Otra importante característica es la luz natural como principal fuente de iluminación: en lo alto del atrio central unos grandes espejos reflejan la luz e inundan todo el interior del edificio. Ésta técnica, sumada a la utilización ocasional del aire acondicionado que se sirve de agua de mar para su funcionamiento, convirtió al HSBC en uno de los edificios más avanzados de su época.

Con la actual crisis económica, los bancos poco piensan en crecer. Pero la construcción de este edificio en los años 80 fue toda un declaración de confianza para la compañía, que gastó más de 700 millones de dólares en su diseño. Un diseño fuerte y expresivo que aún hoy pocos superan.

T. Christian Lozano Chuard

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