AGORA PRETENCIOSA

Como muchos sabrán estas últimas semanas han llegado a nuestras pantallas dos arrasataquillas. Uno de ellos español.

Alejandro Amenábar llegó hace cuestión de un mes con un peplum de inmensas proporciones y una presupuesto extraordinario para un film español. Llegó a las salas y hasta hace dos semanas estuvo liderando en las taquillas de manera indiscutible. La Academia del Cine Español ya se limpia el sudor de la frente porque gracias a esta película ha vuelto a subir la cuota de lo consumido por el espectador. ¿Pero es positivo que se logre gracias a una película que ha defraudado al público? Porque es así, Amenábar ha defraudado (de nuevo).

Ha querido hacer un blockbuster en toda regla donde los enfrentamientos entre cristianos y politeístas, cristianos y judíos son rodados de manera magnánima, justiciera y espectacular. Lo hace estupendamente.

Y prueba de ello es su trailer que ha provocado que el gran público se lance a las salas a ver estas luchas. Pero éstas apenas ocupan un cuarto de la película. El resto trata de mostrar el peligro que supone ser fiel a una creencia de manera fundamentalista. Sea la que sea. Y todo a través de las discusiones que tienen los alumnos y profesores de la biblioteca de Alejandría. Esto provoca una gran decepción para aquellos que esperaban un gran peplum con grandes batallas.

A pesar de todo, y por mucho que lo parezca esto tampoco ha gustado a los espectadores que prefieren la reflexión, porque el debate está tratado de manera muy superficial, casi tanto como las investigaciones de la gran Hipatia que apenas tienen protagonismo. Es cierto que la filósofa tiene un papel fundamental en la trama porque el gobernador del Imperio Romano en Alejandría la escucha siempre y le hace caso, pero apenas queda clara la investigación que llevo a cabo hasta descubrir que la orbita de la tierra es elíptica y no circular como se creía.

Asimismo el director se ha creído todos los reconocimientos que le han llovido desde su ópera prima y ha querido jugar a ser autor y no le sale. Intenta dar su visión, imprimir su sello y no lo tiene. La película es completamente fría, no emociona la muerte de nadie, no irrita ninguna actitud fundamentalista de los cristianos. Lo único que hace reaccionar al público es su obsesión por hacer planos aéreos e incluso espaciales que una veces parece ofrecer la visión de dios sobre la tierra y otras la constatación del vacío y la inexistencia de ningún demiurgo que controle todo.

Aun así, no se le puede negar al director una buena dirección de actores y una excelente técnica a la hora de rodar una película que entretiene, pero que no cumple sus objetivos.


T: Joan Colás

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