Los festivales musicales acumulan tal cantidad de actuaciones que al final de sus jornadas no consigues retener en la cabeza más que un batiburrillo de momentos, bolos y situaciones que con el paso del tiempo se van difuminando (y más si aceleras el proceso de forma alcohólica y/o química).
No nos engañemos, de aquí cinco años lo único que recordarás de esta edición del Primavera será el frío y las fotos de la noria. Por eso es mejor dejar constancia por escrito, en plan “memento”, por si un día decides intentar recordar que pasó en la edición del 2013.
1. James Blake: el examen de las grandes audiencias al niño bonito del post-dubstep se saldó, como buen empollón que es, con matrícula de honor. Las delicadas canciones del jovencísimo productor se amoldaron a la perfección gracias a un percusionista sobresaliente y a las superposiciones vocales vía efectos.
2. Tame Impala: el jueves suele ser el día en que las grandes promesas debutantes se examinan a hora temprana, como ya lo hicieron en anteriores ediciones MGMT o Grimes. Y lo de los australianos fue de traca. Su pop-rock psicodélico recordó la mejor época de Flaming Lips, y su concierto fue, sin duda, de lo mejor del festival.
3. Phoenix: Thomas Mars devoró el escenario grande del festival como quien se come una crêpe de champiñones. Si los temas de los franceses son más bien comedidos, y muy ligeramente bailables, en esta ocasión sonaron grandilocuentes y enérgicos, aunque sobre todo gracias a sus antiguos hits.
4. Dan Deacon: el escenario Pitchfork suele ser el «Rincón del Gourmet» de esta gran superficie festivalera, y la presentación de América, su último disco, es de las que dan prestigio al evento. Deacon, vestido con su look de siempre de camionero de la ruta 66, se desgañitaba al micro con efectos de helio mientras dos baterías y el resto de la banda se dejaban la piel para plasmar toda la grandeza paisajística de sus composiciones.
5. Solange: siguiendo en el escenario Pitchfork, la «hermanísima» pasó con nota el examen oral de nueva musa indie. La delicadeza de su voz, de sus composiciones y de los arreglos orquestales de su banda, convirtieron el frío viento del puerto del Fórum en casi brisa marina (o al menos eso parecía mientras sonaba «Losing you»). ¿Heredera de Whitney?
6. The Knife: la última vez que tocaron en nuestro país fue en el minúsculo hall del CCCB en horario intempestivo (Sónar 2006). Para esta ocasión, y con mucha más fama que entonces gracias a su último álbum y a toda la aureola mística que les rodea, los suecos llenaron el escenario con un espasmódico ballet que sufría para seguir los compases enfermos de temas como Full of Fire. Entre el arte y la tomadura de pelo.
7. El frío: poca primavera se vio en el Fórum. Las temperaturas en la madrugada rozaban los diez grados, los guiris buscaban sudaderas que comprar en los stands de la feria discográfica (las de John Talabot, de lo poco de manga larga que se podía encontrar, se agotaron en un periquete), las colas en los puestos de café eran más largas que las del Auditori, y los veraniegos «outfits» de ediciones anteriores se cambiaron por chaquetas de cuero, fulares, jerséis de lana (del Rey) y forros polares.
8. Wu-Tang Clan: su pase fue más bien un auto-homenaje festivo a uno de los mejores y más influyentes grupos de la historia del hip hop. RZA y compañía encadenaron hits uno tras otro (incluso se atrevieron con el «Shimmy Shimmy Ya» de Ol’Dirty Bastard, uno de sus antiguos miembros ya fallecido) y protagonizaron uno de los momentos más delirantes del festival, cuando el combo de “gangsta-rap” animó al público a cantar el «Come Togheter» de los Beatles con proclamas de «peace». Capítulo aparte merece el solo de scratch de su dj, que se atrevió incluso a sacarse el calcetín para acariciar los discos con los pies, para delirio del respetable (que diría Matías Prats padre).
9. The Postal Service: la última (y única) vez que tocaron en Barcelona lo hicieron en la segunda sala de Razzmatazz, junto a Echoboy, en la presentación del FIB 2003. Diez años más tarde volvían a la ciudad condal para presentar el mismo (y único) disco pero con una sustancial diferencia de… ¿15.000 personas de público?. Es lo que tiene guardar la ropa, que van pasando los años, tu prestigio sigue intacto y tu retorno se revaloriza al alza. Y aunque «Such great heights» es un himno generacional, el momento principal de su actuación fue esa especie de Pimpinela azucarada que protagonizaron Jenny Lewis y Ben Gibbard en «Nothing Better».
10. La noria: la generación Instagram tuvo en la atracción de la Feria de Abril el tótem perfecto en el que descargar sus dotes artísticos a base de «earlybird», «valencia» y «hefe«. Y mientras iban pasando las jornadas del festival, la noria giraba y giraba escenificando a la perfección que el certamen es ya un gigantesco parque temático de escenarios y propuestas, muy alejado de aquellas míticas y lejanas ediciones «sostenibles» del Poble Espanyol. Eso sí, mientras el cartel siga igual de insobornable en cuanto a calidad, todo parece indicar que la burbuja del “Coachella europeo” va a seguir creciendo… ¡esperemos que bajo control!
Anexo: el mastodóntico “ruido” de My Bloody Valentine, la verbena de Blur, el apoteósico final instrumental de Los Planetas con los diez minutos de “La Copa de Europa”, el chorrazo de Death Grips, los arabescos de Dead Can Dance, los viajes en coche entre escenarios con Minis, la nueva zona vip, el escenario de Boiler Room, el tecno-árabe “lo-fi” de Omar Souleyman a las tres de la mañana, el descomunal llenazo de Crystal Castles… para terminar todo esto con la mítica sesión de dj Coco.
T: David Moreno
F: Eric Pamies y Santiago Periel
Rocket Magazine Barcelona