Corre un “run run” por las calles de Barcelona (y sus foros virtuales) acerca del éxito de la pasada edición del Sónar 2015, y el veredicto es casi unánime: ha sido una edición para enmarcar.
Y el éxito no solo corresponde a factores musicales (en gran parte si, para que negarlo), el estado de felicidad post-festivalera de sus asistentes radica también en otros factores que vamos a desgranar:
Comodidad: el cambio de emplazamiento del Sónar de Día fue traumático en lo sentimental, pero muy beneficioso en cuanto a la usabilidad de sus espacios, que ganaron en amplitud y conexión con el Sónar de Noche. Además, Sónar es de los pocos festivales que te permite “zappear” entre escenarios en muy pocos minutos (3? 4?) sin tener que hacer largas caminatas que al final de la jornada pasan factura. Sólo un pequeño fallo de prevision y señalización en la puerta de acreditados el viernes noche nos impide darle en este punto el 10 al festival (nos perdimos a A$AP Rocky!).
Sonido: es “vox populi” entre la parroquia habitual del Sónar la alegría generalizada por como han sonado todos los escenarios del festival. El sonido era potente y muy nítido, podia dejarte KO en conciertos como el de Squarepusher, o podía incitarte a bailar, con los bombos del Sónar Village, sin tener que gritar para poder hablar. Ovación cerrada y de pie para el equipo de sonido.
Sónar+D: el evento paralelo dedicado a la tecnología está creciendo a muy buen ritmo, tanto en espacio como en participantes, y ojalá en un futuro cercano se consolide como el encuentro para programadores/diseñadores/emprendedores más rompedores y “underground” del momento, en contraposición al “multinacionalizado” Mobile World Congress.
Cashless: una implementación excelente del sistema de pago virtual, sin bombo y platillo, y con muchos puntos de carga de la pulsera. Más comodidad para todos, y más control del gasto (se agradece, sobretodo cuando las cervezas van a cuatro euros y el calor aprieta… se te puede descontrolar la partida dedicada al avituallamiento). Lo único mejorable fue que en algunos momentos de la noche acceder a una barra era tarea casi imposible.
El tiempo: la llegada del Sónar siempre se asocia con el primer fin de semana de calor estival, y este año no fue la excepción. Temperatura festiva que solo molestaba a primera hora de la tarde, cuando el publico del Village elegía la sombra en lugar de la ardiente zona central. Era entonces cuando se agradecían propuestas más festivas y menos centradas en el 4×4, como Owen Pallett o Bomba Estéreo.
Sónarcomplex & Sónarhall: destacar estos dos escenarios, con propuestas más arriesgadas (sobretodo el Complex) pero con una acústica impecable y, en el caso del auditorio, todas las comodidades para disfrutar de las actuaciones más experimentales como si estuvieras en el mejor “home cinema” posible. Así pues, el live de LCC fue una gozada sonora en pleno mediodía.
Pantallas: las realizaciones que nos ofrecían las pantallas de los escenarios fueron de gran nivel, y te permitían seguir con todo detalle todo lo que acontecía en el escenario. Pudimos ver en primer plano los contoneos de Yolandi (Die Antwoord) sin tener que estar en el meollo. Y muy a favor de la retransmisión streaming de Culturebox, que te permitía calibrar el estado de ebullición del Sónarvillage mientras te preparabas en casa antes de salir.
SónarCar: va ganando protagonismo y se está convirtiendo en un escenario de propuestas esquivas para el gran publico: el viernes hubo technaco del bueno, y el sábado trap, los malotes de PXXR GVNG y el dj de la flauta con visuales de Josemi Te lo Pinta. Chapeau.
Cubos: la puesta en escena de los directos de electronica cada día importa más, y artistas como Flying Lotus o Dubfire optaron por cubos donde se proyectaban visuales que convertían el directo en una especie de performance futurista. Otros artistas que apostaron antes por el formato “cubo” fueron Cassius o Amon Tobin.
2 platos + una mesa de mezclas: y una maleta de clásicos de hoy, ayer y “siempra” fue lo único que necesitó Laurent Garnier para poner el broche de oro al festival y sincronizar agendas para la próxima edición. ¡Nos vemos en el 2016!