Nada nuevo en el horizonte. Mistérios de Lisboa, Elisa K y, sobre todo, Pa negre, siguen siendo las películas favoritas de esta edición del festival de San Sebastián que está llegando a su fin sin pena ni gloria.
Lo más interesante que se presentó ayer a competición fue Aita de José María de Orbe, todo un ejercicio formal que no dejó indiferente a nadie. El director se dedica a filmar una casa durante 85 minutos. Sus habitaciones, sus ventanales, su iglesia, el guarda y el cura del pueblo que la visitan… son los protagonistas de esta aventura en donde esta casa y sus habitantes presentes y pasados cobran vida, como bien recalca el director con la proyección de películas en las paredes donde aparecen sus antiguos inquilinos. Una propuesta llena de silencios, reflexión, trabajo de cámara, de montaje, junto a una historia nada narrativa que le pone difíciles las cosas al espectador y que por eso hace interesante la propuesta.
Amigo, de John Sayles, ha sido la otra película a concurso. La cinta se acerca al conflicto de la guerra entre Estados Unidos y España que tuvo lugar durante la colonización de Filipinas, una historia que sólo se había contado una vez más en el cine, en un film cuyo protagonista era Clark Gable. La verdad es que hay personajes que se acercan demasiado al arquetipo (como la nativa que se enamora del colonizador, el intermediario entre colonizados y colonos o el sargento implacable) lo que ha provocado que algunos critiquen a Sayles de amoldarse a los estándares fijados, cuando él es considerado uno de los padres del cine indie USA. La verdad es que el cineasta ha sabido esquivar bien los problemas de presupuesto y de manera sencilla ha puesto en imágenes esta historias poco conocida pero que tiene ecos de los conflictos actuales que se viven en Irak o Afganistán.
Pero mientras la sección oficial parece más anodina cada día que pasa, las secciones paralelas siguen ofreciendo joyas al espectador. Una de ellas ha sido Tuan yuan/Apart Together, de Wang Quan An, que con su sentido del humor ha logrado acercar y emocionar al público con una historia bien extraña, el reencuentro de una mujer mayor con su antiguo amor, después de años sin saber de él y cuando ella ya tenia una familia formada. Tierna, sensible pero nada sensiblera, la película ha enamorado a los espectadores.
El colombiano Carlos César Arbaláez ha conmovido también a los espectadores con la historia de unos niños y sus familias que tienen que aparentar tener una vida normal mientras el así se encuentra bajo la amenaza de la guerrilla, que entra en sus vidas constantemente, hasta el punto de afectar a la educación de los niños, a sus juegos y a sus amistades. Alejado del tratamiento semidocumental o las imágenes sucias, nítidamente el director nos sumerge en esta historia personal despacio, lo que permite que el espectador se acerque a las diferentes familias y llegue a sentir (de alguna manera) la tensa situación en la que se encuentran ciertas poblaciones colombianas amenazadas por los paramilitares.
Por último destacar la polaca Chrzest (Bautismo) ha demostrado que cine negro y drama social pueden ir de la mano. El director Marcin Wrona se centra en una historia real cuyo protagonista es un hombre que tras estar metido en una mafia trata de salir y formar una familia teniendo una vida normal, pero con la vuelta de uno de sus compañeros todo parece girarse y deberá volver a enfrentarse con ese pasado que ya creía olvidado. Con un ritmo ágil, fresco, un guión que no da lugar a los excesos dramáticos ni a los tiempos muertos, el film vuelve a hacer creer al público que las filmografías centroeuropeas también pueden convertir en universales historias locales.
Hoy se presentarán las dos última películas candidatas a llevarse la Concha de Plata, Cerro Bayo y Adiccted to love, esperando en encontrar en ellas la película con mayúsculas de la que aún carece esta 58 edición del festival.
T: Joan Colás
Corresponsal Rocket Magazine San Sebastián.
