De Siria solo conocíamos sus revueltas populares hasta que, en medio de una soleada sobremesa del pasado Sónar 2009, apareció sobre el escenario un tipo bigotudo con pinta de jeque árabe traficante de armas, acompañado de unos palmeros y un teclista con organillo barato de bazar oriental.
Era Omar Souleyman, y a la mayoría nos pilló con el pie cambiado. Con su expresión facial impertérrita, y sin atisbo de sonrisa a pesar del fervor popular provocado por su presencia, empezó a desgranar su revisionista cancionero popular árabe con influencias del raï argelino y sonoridades “lo-fi” propias del típico trío musical que ameniza las bodas árabes de aquellos reportajes multiculturales de la 2. Para más señas, a esta especie de folk sirio aderezado con beats de todo a cien se le llama «dabke», y Omar Souleyman es el rey del asunto. Suyo es el sonido de la calle de algunos herméticos países árabes que, para bien o para mal, se resisten a la invasión cultural occidental. Y Björk, que tiene un radar sonoro que sobrepasa las fronteras convencionales, vio un filón en el exotismo del sirio y le tanteó para colaborar en Biophilia, su nuevo disco.
La islandesa no dudó en encargarle las remezclas de tres de sus nuevos temas (“Crystalline”, “Tesla” y “Mawal”) y publicarlo en un EP: «The Crystalline Series, Omar Souleyman’s Versions». De este choque de trenes cultural (de la comedida nórdica a los cargantes arreglos árabes, del frío glaciar al trance arábico, del minimalismo hi-tech nórdico a la baja fidelidad oriental, de la pizpireta y aguda voz de Björk al hieratismo del sirio…) salieron tres tántricos (ojo al trabalenguas) temas donde los frenéticos teclados y punteos de cuerda árabe envuelven por completo la sugerente voz de Björk. Como diría Josie, “arriesgarse es ganar”.
T: David Moreno
Rocket Magazine Barcelona
httpv://www.youtube.com/watch?v=vtsMOwsLqhk
httpv://www.youtube.com/watch?v=cPXZ-NPEjvk