Las cuatro chicas más famosas de Nueva York han vuelto a la gran pantalla para contarnos que cuando todo parece acabar bien e ir rodado, la vida puede dar un giro inesperado.
Y es que si anteriormente Miranda parecía una mujer capaz de compaginar vida laboral y familiar, ahora se siente atrapada entre ambas. Charlotte logró formar una familia judía tradicional y feliz, con dos hijas y niñera incluida, pero sigue bajo la presión de querer ser perfecta. Samantha parece no cambiar, sigue igual de liberada sexualmente, eso sí, ahora gracias a un cocktail de hormonas para evitar la menopausia y sus efectos. Y por último está Carrie, por fin casada con Big, viviendo en su particular “cielo inmobiliario”, con su enorme vestidor pero sintiendo ya la monotonía de la vida conyugal.
Está claro, que tras la falsa perfección alcanzada tras la serie y el primer film, todas necesitan un respiro de sí mismas. Y nada mejor que tomárselo en Abu Dhabi. Las chicas viajan allí y empiezan a descubrir que aunque estén rodeadas de lujos varios, les falta algo. A Miranda el estrés de tenerlo todo bajo control y la necesidad de ocupar si tiempo libre. A Charlotte sus hijas (aunque no en exceso), Samantha, sus hormonas y a Carrie le falta… Big, como siempre, por mucho que Aidan se le aparezca cual espejismo en medio de Oriente Próximo.
Y de hecho, esto es lo que es Sexo en Nueva York 2. Un espejismo, por no decir un espectro de lo que fue, en su día, la serie. El argumento de este segundo film es de lo más simple e insubstancial. La mordacidad de los comentarios sobre las relaciones ha sido reblandecida e incluso chirrían algunas bromas sobre el burka y las costumbres musulmanas. Y si no fuera porque a veces, de refilón, tocan alguno de los problemas que conlleva la vida en pareja se diría que se han despreocupado de centrarse en lo que realmente viven y sienten las mujeres.
Eso sí, ver esta película sin complejos, sabiendo que se va a ver una frivolidad mayúscula, una comedia llena de excesos, vestidos de lujo, hombres y mujeres de infarto y tacones de alturas vertiginosas es de lo más recomendable. Uno se despreocupa por completo de todo lo que pasa a su alrededor y durante la proyección y a la salida tiene material suficiente para comentar todo tipo de pequeños detalles extra-cinematográficos (aunque estos sean los centímetros de los Louboutin que lleva Carrie).
Pero esto no quita que S&TC2 no sea más que un film realizado para exprimir, aun más, lo que un día fue la serie de mujeres por excelencia que con humor reflejaba los problemas de encontrar pareja y de mantenerla. Incluso la crítica que lee Carrie sobre su nuevo libro acerca del matrimonio parece un advenimiento, si no autocrítica instantánea, de lo que está viendo.
Tal vez el problema del fan de la serie que escribe estas líneas sea las altas expectativas que tenía ante esta nueva dosis de las aventuras de las cuatro chicas neoyorquinas más famosas del mundo, cuando en realidad, tras el primer film lo que necesitaba el espectador y los guionistas sería lo mismo que las protagonistas en esta nueva entrega. Un respiro.
T: Joan Colás
