Vaya por delante que soy fanático de cualquier cosa que haga Isabel Coixet. A muy poquitos días de su estreno como directora en la Sección Oficial (al fin hará esa mítica alfombra roja con “Mapa de sonidos de la ciudad de Tokyo” y yo aquí muriéndome de ganas de verla) del Festival de Cannes, es de recibo admitir que Isabel se ha convertido, a fuerza de coleccionar gafas coloridas, trabajo, tenacidad, una sensibilidad a prueba de terremotos y talento para regalar, en uno de los referentes ineludibles en nuestra filmografía.
En FROM I TO J, esta instalación-recorrido-homenaje (la verdad es que no sé cómo referirme a ella porque son muchas cosas en una), Isabel vuelve a uno de sus temas predominantes: el poder de la palabra. La palabra como única alternativa, la comunicación como acto de amor, como antibiótico vital, como palpitación contraria a la muerte, como único arma verdaderamente poderosa contra la privación de libertad. Ahí es nada. Recorriendo este laberinto de rejas carcelarias (atención a la dirección artística, luminotécnica – qué gran hallazgo el de dirigir al personal a través de la luz – y sonora – efectos de lluvia, puertas correderas metálicas talegueras que se cierran, sonidos indescifrables y envolventes a lo David Lynch – de este espectáculo porque es de quitar el hipo) diseñado por Benedetta Tagliabue, no podía evitar pensar si sería una coincidencia que justamente su película “La vida secreta de las palabras” (de nuevo el lenguaje) estuviese dedicada a John Berger, el autor en cuyo texto basa Isabel esta creación-homenaje.
El planteamiento aunque sencillo a primera vista resulta tremendamente novedoso. A lo largo de esos pasillos grisáceos y desnudos asistimos a la lectura dramatizada, a capón y a capella (una selección de voces de toma pan y moja para cualquier mitómano: Penélope Cruz, Isabelle Huppert, Sophie Calle, Tilda Swinton, Leonor Watling, Sarah Polley, Patricia Clarkson…) de varias cartas que una mujer escribe a la cárcel a un hombre, encerrado por sus ideales. Todas las cartas, previamente seleccionadas por Isabel, forman parte del libro “De A para X. Una historia en cartas”, de John Berger, ese señor mayor de ojos vivos y premio Booker bajo el brazo, que en silencio y sin descanso, se ha convertido en un tótem de referencia del mundo cultural (si no has leído su ensayo “Modos de ver”, sal ahora mismo corriendo a comprarlo y devóralo en menos de un día, hazte un favor).
Así, asistes ensimismado y arropado por los sonidos de las palabras (y su vida secreta) al encierro de una persona, a la reproducción de los catres con mantas de esparto cubiertos con frases de una blancura que casi hace daño, a la desesperación de dos personas que se aman y que sólo tienen las cartas (en una sola dirección puesto que él tiene prohibido contestarlas) como único modo de mantenerse unidos y vivos.
La Coixet, apoyada por el texto de Berger, parece querer decirnos que en nuestro mundo todo es político. Y que lo político se convierte sin que nos demos cuenta en emoción.
T: Javier Giner
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