Hay biopics hagiográficos de los que únicamente disfrutan los fans del homenajeado en cuestión, existen los que son cercanos al documental que tratan de reflejar «objetivamente» unos hechos históricos y por último otros que van más allá del personaje y retratan un momento, un estado de ánimo que fue pasado pero que puede ser trasladado al presente.
Howl bebe de los dos últimos y va incluso un paso más adelante creando lo que se podría considerar como una película metaliteraria, ya que hace una reseña o estudio sobre el valor literario del poema homónimo de Allen Ginsberg.
Los directores Rob Epstein y Jeffrey Friedman a través de dibujos, recitados, una entrevista y un juicio paralelo ficcionados nos revelan no sólo la vida de un autor sino que cuenta y analiza su obra revelando ciertos contenidos que pueden no ser entendidos por el lector medio o desconocedor del poema de Ginsberg, como dice un personaje de la película. Gracias a la recreación del juicio al que fue sometido el editor del libro, el espectador ve cómo fue considerada la obra en la época a través del testimonio que ofrecieron durante el mismo ciertos críticos literarios que estaban a favor y en contra. De esta manera el film, al igual que hicieron estos expertos en su día, cuestiona el valor literario de Howl, si pasará o no a la historia de la poesía, argumentado todo por profesionales. Todo ello sin intentar decir al espectador que la obra es buena o mala, sino que expone unos juicios que se pueden compartir o no.
De este modo, el juicio y el mensaje de la película va mucho más allá de la censura y la persecución de la homosexualidad en la Norteamérica de la época, habla de la represión de ciertas libertades y modos de expresión personales que llegan a afectar a una colectividad, todo en nombre de la decencia, la ética, la moral y el buen gusto. Algo que sigue presente en nuestros días como se ha podido ver con la censura en su día de Saw VI y el juicio al director del festival de Sitges, Àngel Sala, por la exhibición de A Serbian Film, en el que se le acusa de difundir pornografía infantil ya que en una escena de la película se muestra la violación a un bebe (digital). Acusación que no reflexiona sobre si esta escena es necesaria y que no tiene en cuenta que el cine es arte y que este puede usar varios recursos expresivos.
El film no se dedica, pues, a retratar la vida de Ginsberg, no se trata de una película sobre el ascenso-caída-resurgimiento del autor, ni siquiera lo pretende. Simplemente se descubren ciertos rasgos biográficos a través del poema que recita James Franco (que da vida al escritor) y unos cortes de alguna entrevista que le hicieron algún día.
Si esto fuera insuficiente para valorar la calidad cinematográfica de Howl, la película logra enlazar el juicio al editor, la entrevista a Allen Ginsberg, el primer recital del poema, una animación basada en el mismo y una banda sonora jazzística (como el propio texto) de manera tan dinámica y entendible que el espectador se siente conducido a través de la obra hacia el «aullido» final del autor. Con todo uno puede entender la mente de la época e incluso meterse en el alma del escritor y su obra e incluso el espíritu de una juventud bautizada como «beat generation». Una generación que, como el propio Ginsberg dijo, no existió sino que se trataba de un grupo de jóvenes que se sentían perdidos y necesitaban expresar lo que sentían sin ningún tipo de cadenas ni reparos.
Cierto es que actualmente no parece que nos encontremos ante una situación similar, pero ¿quien no se ha sentido así en alguna ocasión en su juventud o incluso superada la misma? El ejemplo de este poema y del propio Ginsberg, su fuerza y sus hechos pueden servir para seguir impulsando a estos jóvenes que parecen aletargados pero desearían aullar como lo hizo el autor. Howl fue y puede servir para impulsarlos a expresarse libremente, sin reparos, y a luchar para ser escuchados demostrando que están vivos, que son diferentes pero, que igual que ellos respetan a los demás, tienen derechos a ser respetados. Allen Ginsberg lo hizo a través del lenguaje y la poesía, Lady Gaga lo hace ahora con su extravagancia hiperbólica, ciertos jóvenes expresan con su look o redes sociales como son y como quieren ser igual que Allen y Friedman han expresado lo que han querido con esta película y de manera muy notable. Que cada cual aúlle como quiera, pero que no se guarde su aullido.
T: Joan Colás
Rocket Magazine Barcelona