Banksy abandona las calles de nuevo. Y esta vez lo hace para meterse en las salas de cine.
Este viernes llega a las pantallas Exit through the gift shop el nuevo film de este subversivo artista que revolucionó el mundo del grafitti y el arte callejero y que ahora está dispuesto a reirse de él y dar una lección a otro arte, el séptimo.
La película parece una broma del propio creador. La estrella es un extraño personaje llamado Thierry Guetta que un buen día, apasionado por grabar y por el arte urbano, decide salir a la calle a filmar a algunos de sus valedores. Con lo que el espectador puede conocer algunas creaciones referentes de este arte que parece tan desconocido y apenas estudiado. Poco a poco Guetta se va fijando en un movimiento llamado Space Invaders a los que sigue por todas partes, hasta que un día descubre la obra del escurridizo Banksy y se convierte en su obsesión. Banksy no para de mofarse de este personaje que lo admira, y al que finalmente acabó conociendo. Pero lo quiere.
Empieza aquí un juego de espejos que tiene mucho de arte urbano, en cuanto a subversivo, radical, desafiante y, sobre todo, crítico. Guetta idolatra a Banksy, no se separa de él y quiere darlo a conocer. Banksy y su escalada hacia la fama, al igual que la de Guetta, se convierten en el eje del relato y especialmente en su contenido. El artista urbano se ve a él y a Guetta como el arte urbano y a todo tipo de arte en sí mismo. Objetos que, fruto de la sociedad de consumo, se han convertido, en ocasiones, en meras reproducciones que hay en las tiendas de la salida de los museos cuando no en piezas de colección que las personas ricas amontonan en sus casas sin apenas saber distinguir que es arte y que una triste broma. Algo que Banksy sabe de primera mano ya que él mismo ha caido en las redes de este sistema.
Y es precisamente esto, la crítica, el desenfado, la burla y la subversión lo que convierten a esta película en street art, ya que trabaja con sus elementos (el documental muestra las pieazs y artistas referentes de este arte) y cumplen la misma función, desafiar a quien lo ve, a reirse de lo que ven, a sentir como se han reido en sus caras durante años y en parte incluso durante la proyección. La película llega incluso a recordarle al cine que se ha vendido, que solo se reproduce a si mismo, que hace piezas de escaso valor artístico, anteponiendo el valor comercial, dejando de lado el cine que genera y es pensamiento.
Banksy, tal vez en su día se vendería al mercado, pero ahora lo ha utilizado para saber hacer lo que mejor sabe: subevertir. O en otras palabras: Street Art.
T: Joan Colás