UN AMOR DE 500 DÍAS

¿Quién quiere ver otra historia de amor con final feliz? Seguro que mucha gente que aun cree en los cuentos de hadas y en las películas norteamericanas estilo Pretty Woman.

Bien por ellos, pues tanto a este tipo de espectador como al que está cansado del mismo rollo de siempre le recomiendo ir al cine para ver 500 días juntos (aunque tiene más sentido el original 500 days of Summer).

Sí. El principio es similar. Chico conoce a chica. Chico tiene miedo al rechazo. Chico se lanza con a ayuda de un amigo en plena celebración etílica. Ella está dispuesta. E inician un romance. Pero esta vez un romance veraz. En los que ella no está dispuesta a ser la pareja de nadie, porque no cree en el amor. En el que él está locamente enamorado de ella e intenta aceptar sus normas y su estilo de vida. Y en la que finalmente él quiere algo serio y la relación se estropea.

Esto es la vida y esto es 500 days of Summer. Marc Webb (el director) propone una comedia romántica fuera de los tópicos. En la que los días van pasando y poco a poco se muestran los cambios en la relación. Hay un antes y un después en toda historia de amor. Unos momentos claves y un contador que rastrea cada paso y computa cada error y cada acierto cometido en una relación. Y así lo muestra gráficamente el cineasta. Webb juega con el estilo, el tempo y el humor de las comedias románticas más clásicas para darles la vuelta y tornarlas creíbles. Logra que el espectador ponga los pies en el suelo y se olvide de las películas en las que al final todo acaba bien. Porqué sí, a veces eso sucede, pero no siempre.

Aun así, la película no es para nada derrotista. Despierta simpatía, humor y una naturalidad que sorprende. Las interpretaciones de los protagonistas son excepcionales precisamente porque logran que sus personajes sean creíbles. Las reacciones del personaje interpretado por Joseph Gordon-Levitt ante las situaciones que vive son las más cotidianas y ordinarias. La actriz Zooey Deschanel dota a su personaje de una extravagancia portentosa, su rostro transmite la frescura que necesita el papel. Y eso que los roles que interpretan no son fáciles, pese a lo que pueda parecer.

El enamorado protagonista es Tom, un joven arquitecto que triunfa como redactor de tarjetas de regalo. Se podría decir que es un hombre corriente, un ejemplo del ciudadano medio de cualquier país que espera que en su tediosa vida aparezca esa mujer que al menos le aporte el amor con el que tanto había soñado. El de las películas.

La joven de la cual se enamora es Summer, la nueva secretaria de la empresa de Tom. Un ser libre que disfruta de una vida sin complicaciones ni ataduras y que no cree en el amor porque nunca lo ha sentido en ninguna de sus anteriores relaciones. Digamos que es también una ciudadana más.

¿Dónde radica pues la calidad de la película? Pues sencillamente en esto. En que no es el típico guión de una historia de amor deseada, sino la que viven miles de personas a diario. Allí se encuentra la radicalidad de la película, en abandonar el tópico del género y en jugar con él, en dirigirse a los fieles seguidores de Pretty Womans, de Harrys y Sallys para explicarles que estos cuentos están muy bien, pero que no crean que las cosas son así. La vida a veces nos da patadas, otras veces nos sonríe y por mucho que cueste se ha de salir adelanto. Y es que después de un amor viene otro. Después del verano soñado, viene el otoño, que puede parecer más duro pero puede deparar más y mejores sorpresas.

En definitiva 500 days of Summer es una comedia redonda, una ficción de verdad y con verdad. Y sólo por eso ya merece la pena verla.

T: Joan Colás

Be first to comment