Grandes filmes, grandes losas
Han pasado varios días desde la última información y muchas películas por Sitges por lo que mejor será ir al grano y centrarnos en lo mejor. Por lo que empezamos con Moon, la space opera de Duncan Jones que bebe de 2001: Una odisea en el espacio y Solaris. La cinta transcurre en la Luna, donde Sam (Sam Rockwell) pasa sus últimos días de la misión que le han encargado. Su único compañero es Gerty, el ordenador de a bordo de la nave. Es obvio que esto no puede acabar bien y de hecho, un día cuando Sam regresa de su expedición por el asteroide se encuentra con un doble de si mismo dentro de la estación espacial. Rockwell carga con el peso de toda la película y lo hace de manera sobrehumana, derrochando talento y contención. La cinta ha gustado mucho por lo que no sería de extrañar que recibiera algún premio.
No faltó a su cita anual Vincenzo Natali que volvió al festival para presentar Splice, su homenaje al cine de criaturas que nos cuenta como unos científicos jugando a ser Dios crean una extraña especie con la mezcla de genes animales y humanos que tendrá sus consecuencias. La película es una pieza maravillosa que plantea, no sólo los típicos dilemas etica vs ciencia sino las complicaciones de criar a un ser vivo, los problemas que conlleva en el mundo de la pareja, las dudas que plantea, las dificultades de carácter. Pero los últimos 30 minutos, lamentablemente se torna la típica película con monstruo. Aun así, su visionado merece mucho la pena.
Pero no todo ha sido bueno, Heartless es otra historia a lo Abre los ojos, que acaba cansando. El protagonista es un fotógrafo londinense (Jim Sturgess) que sufre unas marcas en la piel y que le atormentan tanto que le llevan a la paranoia a creer en seres extraños, a imaginar que estas marcas desaparecen y que vuelven cuando su vida parece solucionada. Un film anodino, repetitivo, sin tensión y “sin corazón”.
Hoy se ha presentado también 9 el nuevo film de animación de la temporada producido por los creadores de Pesadilla antes de Navidad. Sería facil hacer paralelismos con Wall-e, incluso algunos afirman que es la versión gótica de la película de Pixar. Y es que su protagonista es un muñeco de trapo lleno de remiendos (cremallera tela cosida, lentes en vez de ojos…) que vive en un mundo post-apocalíptico en el que se tendrá que enfrentar a grandes máquinas. El público salía fascinado por la técnica y la historia llena de momentos tiernos, humorísticos y de acción, pero Wall-e es un referente que puso el listón muy alto.
También se ha presentado una nueva versión ‘made in UK’ de Dorian Gray y como suele pasar la adaptación dista mucho del retrato que hizo Oscar Wilde de un joven atormentado al ver su cuerpo envejecer. Muchos efectos especiales, actores con talento (Ben Barnes, Colin Firth…) y lujuria, pero nada de sentimiento, nada de dolor, puro espectáculo para todos aquellos estudiantes que prefieran mirar la peli antes que el libreo.
Ha habido más películas pero el tiempo y la extensión aprieta así que antes de acabar la crónica es de obligada mención anunciar que ya se sabe que la película sorpresa del próximo domingo en el festival de Sitges será Millenium 2: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Otra de esas películas que ayudan a hacer grande un festival y a crear largas colas a las puertas del Melià.
T: Joan Colás