La progresión estilística que ha sufrido Thrice en toda su carrera sigue adelante con su último disco Beggars. El primer trabajo autoproducido de la banda se aleja del viaje onírico pagano espiritual que empezó con Vheissu y que continuó con The Alchemy Index para acercarse más a un rock genuino, en sonido y en intenciones. Mucho me recuerda a sus compañeros de giras Brand New (la canción que da título al disco es una prueba evidente de que comparten gustos, además de escenarios), incluso al rock más sureño de Kings of Leon. Se acabaron las transiciones de sintetizador que tanto agradaron a público y crítica en su momento; aparecen los teclados, vuelven las guitarras y los desgarros de voz de Dustin Kensrue, que en prácticamente diez años y siete trabajos ha pasado de berrear a cantar, sin hacernos poner en duda en ningún momento lo prodigioso y sincero de su voz.
Sin embargo, si comparamos Beggars con otros discos de la banda californiana, parece faltarle algo de peso, de consistencia. Es un disco de rock bueno, maduro. Pero suena a un buen primer disco, no a un séptimo de una banda que llevaba tiempo sorprendiendo por su solidez a la hora de experimentar con sonidos nuevos. Quizá quien venere a Thrice por trabajos como The Illusion of Safety o The Artist In The Ambulance echará en falta la fuerza del género y la dureza de las baterías.
Quien enloqueció con el viaje fantástico de The Alchemy Index en cualquiera de sus cuatro formas –tierra, aire, fuego, agua- echará en falta las melodías de sintetizador y la relevancia de la historia intrínseca que tenían los cuatro EPs.
El disco ha sido grabado en el estudio que el guitarrista del grupo Teppei Teranishi se ha construido en su casa. La explicación: quieren pasar más tiempo en casa con sus familiares cerca. Este detalle también puede servir de explicación de lo que es Beggars. Tomaremos este detalle, el inicio en la autoproducción y el siempre evidente paso del tiempo como el reflejo de lo que es Beggars: la nueva bifurcación que ha tomado Thrice en la búsqueda del sonido definitivo. Para aquellos que no se acaben de familiarizar con estos nuevos derroteros, que se beba un bourbon mientras escucha el disco. Si esto no es suficiente, siempre tendrá el resto de la discografía de Thrice a su disposición.
T. Mónica Franco